Tu primera experiencia como entrenador en Segunda División B fue en la temporada 2002-03, y desde entonces has disputado 499 partidos en liga, sin contar play-off de ascenso o play-out. ¿Cómo has ido cambiando a la hora de entrenar desde tu debut con el Langreo hasta el día de hoy?

La experiencia te va enriqueciendo, cuando empiezas crees que lo sabes todo y ves que con el paso de las temporadas vas manejando muchas más variables. Hay cosas en las que no he cambiado, sigo manteniendo la misma pasión, la misma ambición, la misma inquietud por no dejar nunca de aprender y las mismas ganas de esforzarme al máximo para dar lo mejor de mí. En un contexto como es el fútbol que en lo que se refiere a métodos y modelos, con el paso del tiempo te das cuentas de que es un proceso cíclico y condicionado por modas. No obstante, me mantengo con la máxima inquietud personal de estar en constante estudio y por supuesto controlando los cambios de normas que se dan en el fútbol que tienen de alguna manera efectos sobre el juego. Así como en el ámbito del rendimiento, que se encuentra siempre sometido a investigación y con la necesidad de estar reciclándome para dominar todas las variables que lo afectan.

A lo largo de este tiempo has conseguido 149 victorias en fase regular. ¿Cuál ha sido la que más celebraste?

Recuerdo muchas, pero por nombrar alguna la victoria en Mieres con el Zamora, que nos abría la puerta de la permanencia tras una temporada muy difícil. En play-off, destaco también la eliminatoria contra el Marbella, en la que ganar nos hacía pasar y enfrentarnos al Villarrreal B en la lucha por el ascenso a Segunda A. Y la más reciente, la victoria con Unionistas por 4-0 al Coruxo; lo vivido con la afición tras el partido me emocionó y difícilmente lo olvidaré.

También has perdido 187 encuentros. ¿Cuál fue el más doloroso?

En liga regular, una derrota con el Zamora frente al real Oviedo, ya que era la antesala a una destitución. Pero quizás la más dolorosa fue con el Lorca, en el play-off contra el Villarreal B, ya que se nos fue el sueño del ascenso a Segunda A.

De entre todos los jugadores que has entrenado, ¿cuál ha sido el que más te ha impresionado?

Han sido muchos con los que he disfrutado por muchas razones. Ver entrenar a Charles, actual jugador del Eibar, era un espectáculo por sus cualidades. Adrián Colunga por sus características, se veía que era de otro nivel. Jorge Perona por su inteligencia, no dejaba de sorprenderme, lo entendía todo. Jona por su capacidad de definición, Nagore, Orlando Gutierrez, David Ferreiro, Matias Alonso…podría seguir enumerando a muchos de los que tengo muy buenos recuerdos. Aunque ahora me quedaría por encima de todo con los 21 que tengo a mis órdenes en Unionistas, de los que espero tener en el futuro muy buen recuerdo.

¿En qué se diferencia Unionistas al resto de clubes por los que has ido pasando a lo largo de tu trayectoria profesional?

En muchas cosas, empezando por la afición. He tenido en mi trayectoria muy buenas aficiones pero ninguna como esta; es otra dimensión, ver y sentir lo que te dan es imposible no emocionarte. Es una afición que gana partidos, que te anima cuando más lo necesitas…estoy rendido a ellos, no paran de emocionar. Siguiendo con las diferencias, Unionistas tienen muy claro cuál es su línea y su camino; respetan sus principios como club, saben de donde vienen y a donde van. No tambalean, no son inestables, se ve un compromiso de esfuerzo por parte de todos que contagia, y una formalidad modélica en el cumplimiento de sus responsabilidades. Trasmiten internamente muy buena salud. Eso da mucha tranquilidad para el trabajo. Todos estos ingredientes juntos hace de Unionistas un club con mucha fuerza, un club especial.