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Doudou: “Volví a Salamanca porque sabía que esta era mi casa»

Mamadou Lamine Dieye, jugador consagrado en el baloncesto masculino salmantino y actual integrante del Aquimisa Carbajosa, repasa su vida personal y baloncestística desde su llegada a España procedente de Senegal. Tras once años sin parar de viajar, la tranquilidad la encontró en Salamanca

María Pedrosa | 12 noviembre, 2019

Escuchar y no solo oír. Observar, más allá de ver. Hablar con una persona y no juzgar. El periodismo te ayuda a entender que todos tenemos una historia que contar y que aunque no lo creamos, alguien se verá reflejado algún día en nosotros.

Mamadou Lamine Dieye o como es conocido comúnmente en Salamanca, Doudou, no entendía el porqué de una entrevista hacia su persona. Reservado, humilde y con los pies en la tierra, el jugador nacido en Senegal consideraba más importante el reconocimiento a sus compañeros antes que el suyo. Pero no, hoy es el momento de conocer su historia.

Con tan solo quince años llegó a Tenerife y desde el primer momento comenzó a compaginar sus estudios con el baloncesto. “Vine como estudiante y sin mi familia, aunque tenía hermanos ya viviendo en España. La condición estaba clara, tenía que seguir estudiando, porque nunca pensé que llegaría a este nivel de baloncesto. En Senegal jugaba al fútbol y al baloncesto, pero en un campus de verano me ofrecieron venirme hasta aquí. Mis padres aceptaron y estudié bachillerato, un ciclo superior y ahora mismo economía por la UNED. No quiero dedicarme únicamente al baloncesto. Sé que es un momento de disfrute, pero solo es una etapa en mi vida. Está claro que ahora es importante, pero no lo es todo. Además, también trabajo en el laboratorio de Aquimisa. Tengo los días completos y así tiene que ser. El tiempo es demasiado valioso como para perderlo”, asegura.

Tras estar en Tenerife, Santander o Estudiantes, llegó a Salamanca de la mano del CB Tormes. Tras esta primera etapa en la ciudad charra y dos meses en las Rozas, ingresó en su actual equipo, Aquimisa Carbajosa: “El cambio fue muy grande. Cuando acepté volver a Salamanca y con ello a España, buscaba la estabilidad. Sobre todo el cariño y el calor de la gente. Al final no buscas el dinero, sino que necesitas sentirte cómodo. Cuando terminé en el Tormes tenía otras ofertas, pero elegí en función de la confianza que me habían dado personas como Raúl Crespo, Cooper y muchos más. Por eso acepté dar el paso. Ahora sé que hice bien en venir otra vez y no me arrepiento para nada. Me sentía como en casa y es lo que buscaba. No solamente el hecho de jugar o el hecho de tener protagonismo y ganar. La gente creo que se equivoca a veces en esas cosas, el hecho de moverte en función del protagonismo que vayas a tener, el dinero, ganar…Es más importante el aspecto humano. No solamente vas a jugar, sino que compartes tu vida con el equipo, con tus compañeros. No solo momentos, sino el día a día y por ese día a día necesitas confianza y cariño. Volví porque sabía que esta era mi casa”.

El hecho de que existan dos equipos masculinos en la misma ciudad e igual categoría, ¿genera rivalidad? “Para mí no existe ninguna rivalidad y no debería existir para nadie. No tiene sentido porque lo único que se consigue es perjudicar el baloncesto de la ciudad. De hecho, tengo buena relación con personas que forman parte del CB Tormes. Hablo con Óscar, con Darío, con Merchante o con Ferchi, entre otros. La rivalidad está dentro del partido y… ¿cuánto dura un partido? Una hora, dos horas… Hasta ahí llega la rivalidad. Tiene que ser así. Uno que entrena en el Tormes puede terminar en Carbajosa, como he hecho yo sin que haya problema ninguno, haciendo las cosas bien en todo momento. Lo más importante es el jugador y que este se sienta bien en el equipo en el que esté. Al final el baloncesto es un juego y todo el mundo juega para disfrutar y pasárselo bien. No jugamos para ganar como sea. Se gana porque un equipo ese día lo ha hecho mejor que otro o ha trabajado mejor que su contrincante. Cuando acaba el partido felicitas a tu rival y se acabó”, subraya.

Sin embargo, es realista saber que existe una dependencia de los resultados y además a vosotros no os va nada mal. “Es obvio que hay objetivos para intentar ganar, pero no ganar de la manera que sea, sino trabajar para conseguirlo. Si gano es porque he sido mejor que tú y después te felicito”.

Precisamente, de trabajo sabe mucho el CD Carbajosa Basket. “Es un equipo que ha ido creciendo poco a poco, pero todavía no hemos hecho nada, solamente hemos ganado seis partidos y estamos muy lejos del final de temporada. Los equipos se van a reforzar y en la segunda vuelta van a ser muy diferentes. Es bonito estar arriba, pero hay que mantenerse porque luego la caída va a ser más dura. Hay que tener los pies en el suelo y olvidarse del partido anterior. El futuro ya lo gestionaremos, trabajar y seguir. Estar arriba no significa nada. Yo lo he vivido bastantes veces y hay que ser constantes. Si no culminamos todo este trabajo en los últimos partido, no valdrá para nada. De verdad, que no ha pasado nada, solo han sido seis partidos”.

Aun así siempre es mejor estar arriba y más después de haber ido paso a paso para conseguirlo. “Hay una cosa clara y es que sin trabajo no hubiéramos llegado aquí. Sin el esfuerzo del cuerpo técnico y de los directivos a la hora de elegir a estos jugadores, no estaríamos aquí. El hecho de llevar tres años en la Liga también te aporta la experiencia necesaria para marcarte objetivos como los de esta temporada. Pero recuerda, aún no hemos hecho nada. Se habla de ascenso como si no existiera otro guion. Con estar en liga EBA el año que viene estaré satisfecho, todo lo demás son premios. Hay que respetar a todos los equipos y no es fácil. Si nos equivocamos y subimos…hay que trabajar muchísimo y no me gusta escuchar eso ahora. Es muy pronto”.

Jesús priorizaba a las buenas personas dentro del equipo antes que a los buenos jugadores. “Tiene toda la razón, los chicos son muy buenos. Pocas veces me he encontrado un grupo tan bueno y tan sano como el nuestro. No es nada fácil tener un grupo de jugadores así. De momento todo va bien y ojalá que siga así. Ojalá que en los momentos malos, que seguro que habrá, nos apoyemos y sigamos todos juntos”.

Supongo que la importancia de un jugador veterano es vital a la hora de crear esa unión en el equipo. “Soy uno más, pero también he pasado por el momento de ser un jugador nuevo en una ciudad nueva. Les entiendo porque he pasado ese proceso. En la mayoría de los casos es su primera vez en España y cuando yo pasé por esa etapa, necesitaba el apoyo de mis compañeros, así que trato de hacer lo mismo. Que se sientan cómodos y que tengan ayuda siempre que la necesiten. Su confianza y respeto lo consigues dándoles motivos y ellos te lo devuelven de la forma más natural posible. Esa es una de las cosas más grandes y bonitas: poder recibir respeto recíproco con otra persona”.

Y el respeto que ha generado Doudou con sus palabras se convierte en una nueva historia que escuchar, que observar y que conocer. Con medio mundo recorrido a sus espaldas, decidió quedarse en Salamanca por el cariño que encontró en ella. Y Salamanca se alegra por ello.

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