El Stadium Gal se convirtió este domingo en la piscina de Irún. Allí, el Real Unión y el Guijuelo pelearon para tratar de que el fútbol se impusiera en un partido que recordaba al balompié más clásico.

Los chacineros jugaban para acabar su mala racha y salvar a Ángel Sánchez, muy tocado después de la última derrota ante el Amorebieta. Pusieron todo su empeño nadando contracorriente, pero les faltó contundencia en el ataque y les sobró endeblez defensiva.

Para colmo de males, el Real Unión se puso en ventaja casi desde la caseta. En el minuto 6, una entrada de Eneko Eizmendi por la izquierda terminó en un gol a la media vuelta de Sola. Mal augurio y nubarrones en el horizonte.

El paso de los minutos asentó al Guijuelo en un campo inestable. Faltaba precisión, pero sobraban ganas. Fekir fue el mejor ejemplo de ello. El francés estuvo muy activo, pero a veces el exceso de revoluciones y los charcos le jugaban una mala pasada. Nunca dejó de intentarlo y esa es la actitud.

Los visitantes llegaban, pero sin Sikorski no tenían un hombre en el área para pelear los balones que caían en ella. En el otro lado, Sola pudo ampliar la ventaja al borde del descanso, pero su disparo lo salvó en la línea Jesús Muñoz.

Tras el descanso, los irundarras se metieron aún más en su campo. Su plan, además, contó con la ayuda de la madera, que en el minuto 50 evitó el gol de Pablo Espina cuando ya había superado a Irazusta.

La fortuna también quiso su cuota de protagonismo al paso por la hora de juego. Fekir empató con un tiro desde la frontal que tocó en Azkoiti, pero apenas cuatro minutos después Jonathan Martín introdujo en su portería la réplica de Eizmendi. Mazazo para los chacineros, que pusieron toda la carne en el asador para volver a empatar, pero este estaba mojado y no prendió como debería.

Al final, el Guijuelo se ahogó en la piscina de Irún y deja en una situación más que delicada a su técnico, Ángel Sánchez.