Logotipo Saldeporte

Ryan Bruns: «Si perder un partido es lo peor de nuestras vidas, entonces tenemos una muy buena»

El jugador nacido en Ohio vive su primera experiencia fuera de su país y lejos de su familia, pero en Salamanca ha encontrado otra, su equipo, y no se arrepiente de la decisión que cambió su vida

Ryan Bruns protege el balón durante un partido
María Pedrosa | 10 diciembre, 2019

La palabra baloncesto remueve por dentro. Puede significar desde emoción, competición y aprendizaje, pasando por amigos y familia, hasta éxito y sueños. El baloncesto puede cambiar vidas, dar lecciones de vida y hasta convertirse en tu modo de vida. De hecho, puede hacerte volar y hasta me atrevería a decir que cruzar el mundo.

Ryan Bruns ha encontrado en este deporte el aliciente para cambiar sus planes, para dar un giro a su vida y para ‘cruzar el charco’. De Ohio, con 23 años recién cumplidos y sin haber estado más de dos semanas lejos de su familia, el pívot del Carbajosa Basket no se arrepiente de la decisión de embarcarse a lo desconocido.

Qué tiene este deporte para hacer estas locuras: «En verdad la decisión la tomé gracias a mi agencia: ‘Duran International’. Creo que hicieron un gran trabajo, tratando de conectar jugadores con ciudades y equipos en los que pudieran sentirse a gusto de verdad, más allá de la pista de baloncesto. En mi caso, por eso elegí España, quiero seguir jugando al baloncesto en un futuro y esta es una gran oportunidad, rodeado de profesionales que llevan dedicándose a este deporte mucho tiempo. Saben lo que están haciendo y confié en ellos. Me dijeron muchas cosas que ahora sé que son ciertas y mis expectativas, sin duda, se han cumplido. Entrenamos mucho, trabajamos todos los días y estamos obteniendo resultados».

Supongo que tomar este tipo de decisiones no es algo fácil. «La verdad es que no, es mi primera vez fuera de Estados Unidos y lejos de mi familia. Me gustaría entender mucho más el idioma, pero me encanta la cultura española. Tanto yo como todos mis compañeros vamos mucho a Salamanca y esa adaptación dentro del cambio está siendo mucho más fácil, gracias a ellos y también gracias a mis entrenadores. Además, Carbajosa se parece mucho a mi ciudad natal, es pequeña y tranquila», señala el pívot americano.

Muchas veces, aunque no nos demos cuenta, una decisión puede cambiar nuestra vida: «Sí, creo que empecé a cambiar mi vida cuando decidí jugar al baloncesto en la universidad, porque mientras que tienes que elegir dónde y qué estudiar, también tienes que reflexionar sobre si quieres o no continuar haciendo deporte. Me pregunté: ¿juego al baloncesto porque todos mis amigos lo hacen o realmente quiero seguir creciendo? Básicamente jugar al baloncesto en la universidad comenzó a cambiar mi vida y por ello estoy hoy aquí. Trabajé muy duro gracias a mi entrenador de los últimos tres años y fue el salto necesario para saber que de verdad me gusta esto».

Si ha habido un cambio en tu vida, significa que había unas expectativas y quizás unos planes de futuro. ¿Qué esperabas de la vida antes de empezar la universidad? «Sinceramente, lo que seguro puedo decir es que cuando era pequeño nunca me imaginé estar jugando al baloncesto en el otro lado del mundo y en España. Siempre he pensado en mis estudios, en sacar buenas notas y en tener un trabajo, lo típico. Vivir en la ciudad en la que crecí, tener una familia, hijos y esas cosas. Lo que estoy viviendo ahora no es lo que esperaba, pero estoy disfrutando de cada decisión que he tomado y de lo que estoy haciendo. Me siento agradecido de poder vivir este tipo de experiencias, aunque no estuviera en mis planes», explica.

«Creo que el mayor cambio dentro de mis expectativas de vida fue atreverme a hacer esto, a cambiar. Todo el mundo en mi equipo decía que le encantaría continuar un año más jugando al baloncesto y por supuesto que a mí también, pero me preguntaba si realmente me compensaba seguir con ello, teniendo que viajar al otro lado del mundo, sin conocer a nadie y lejos de mi familia. Sin embargo, escuché a la gente cuando me decía que era joven y que aunque no me gustara, serían nueve meses en mi vida y tenía la oportunidad también de equivocarme. Así que me dije a mí mismo que no quería tener 35 años y preguntarme qué hubiera pasado si lo hubiera hecho. Creo que ha sido el mayor cambio en mí», asegura.  

¿Siempre has pensado en ese futuro? «Soy organizado, tengo planes de futuro y es complicado cambiar. Tengo presente el futuro, pero también soy de capaz de abrirme a otras posibilidades. Esto es un ejemplo de ello, siempre he pensado que volvería a casa después de la universidad, pero después de considerar todo y reflexionar, cambié de opinión. Es verdad que vivo el día a día, que voy paso a paso, pero no te puedo negar que siempre he tenido una idea general de lo que quería hacer», confiesa.

Al final, las oportunidades de compaginar un deporte de élite y continuar estudiando en Estados Unidos son importantes y ayudan a no perder jugadores con gran proyección: «Antes de firmar por mi agencia, estuve trabajando y hablando con ellos y decían lo mismo. Muchas veces, jugadores muy buenos se ven obligados a elegir entre seguir jugando al baloncesto o estudiar para llegar a ser lo que ellos quieran ser, porque realmente no pueden dedicarle las horas necesarias a su deporte cuando acaban el instituto. Creo que no es el camino correcto, tienes que ir a la universidad, seguir estudiando y además poder dedicarte al deporte que has elegido. Realmente es una de las cosas de las que más agradecido estoy, de haber tenido la oportunidad de dedicarme a ambas cosas. Nunca imaginé que podría estar en un equipo fuera de la universidad, quería continuar, pero nunca pensé que lo haría aquí ni a este nivel. Sé que el baloncesto no es algo que me vaya a durar para siempre y me esforcé especialmente por tener buenas notas y así conseguir un buen trabajo el día de mañana. Creo que la parte académica era más importante que el baloncesto en ese momento y siempre le he dado mucha importancia».

Adora a su sobrino, tiene dos hermanos y siempre ha estado muy unido a su familia, pero aquí…encontró otra. «No lo podría haber dicho mejor. Tengo otra familia en Carbajosa, paso básicamente todo el día con ellos y estamos muy unidos. Cuando ganamos, todos estamos contentos, aunque no hayas tenido tu mejor partido, estás igual de feliz por tus compañeros y por el equipo. Además, en ese momento en el que las cosas no te salen, solo te apoyan y te dicen que sigas, nadie te hace un reproche. Cuando vamos perdiendo nadie señala a nadie, solo nos animamos sabiendo que podemos hacerlo y eso es lo que realmente importa y ayuda. Las relaciones que tú creas, en este caso en tu equipo, son los recuerdos que te llevarás y es una lección de vida que enseña el baloncesto», afirma.

Puede ser uno de los secretos de este equipo. Ver lo mejor en los demás: «Es lo que te decía antes, aunque tenga un partido malo, mi compañero lo está haciendo bien y estaré igualmente de feliz por ello. No importa cuánto tiempo haya jugado o cómo lo haya hecho, lo importante es que esté ahí para el equipo de la manera que sea. Aunque una persona no juegue un partido es igual de importante porque ha estado ahí, lo ha dado todo en los entrenamientos y esa es la parte más importante. Todas las partes forman el puzzle».

Y hablando de ver más allá, ¿qué es lo que no se ve de este equipo, qué es lo que los fans no conocen todavía? «Creo que lo que no se ve, al final es lo más importante, los entrenamientos. La energía y la dedicación que cada uno de nosotros ponemos en cada uno de ellos. Cuando una persona viene a vernos, igual tienes un mal partido, pero llevas una semana esforzándote al máximo. No sé cómo trabajan el resto de equipos y es mi primera vez en España, pero me gusta pensar que somos uno de los equipos que más duro trabaja en la Liga EBA. Creo que es lo que marca la diferencia. Lo das todo en el entrenamiento. No importa que tengas un mal día, vas y das el 100% porque lo primero es el equipo. Está claro que cuando estás dentro de la dinámica ves cosas que no se ven desde la grada», sostiene.  

De todos modos, no es malo lo que se ve desde la grada tampoco, hasta el momento todo victorias, ¿sabes perder? «Es difícil, pero sí», admite entre risas. «De hecho, en mi último año de universidad aprendí y de verdad. La temporada fue mala, el equipo era muy joven y fue una experiencia con la que aprendí mucho. A pesar de ello, puedo decir que posiblemente haya sido una de las mejores temporadas de mi vida. Mirando más allá de los resultados, fuimos un equipo muy unido, capaces de disfrutar del baloncesto más allá de ganar o perder. Simplemente, entrenando, jugando y mejorando cada día. Si perder es lo peor que pasa en nuestras vidas, entonces tenemos una muy buena. Es necesario perder y todos deberíamos hacerlo porque es la vida en toda su esencia. Si no pierdes y solo ganas, no mejorarás. Perder te hace mejor», finaliza.

Parece mentira, dando lecciones de vida con tan solo 23 años, pero todas ellas tienen una misma raíz: el baloncesto, que une y cambia vidas.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *