El Universidad de Salamanca encaró esta 2019-20 con el viento a favor de dos años exitosos. Por un lado, el ascenso a Segunda División en 2018 y, por otro, la permanencia en el debut en la categoría. El objetivo se mantuvo para este año, pero con el hándicap de varios cambios importantes en la plantilla.

Al equipo le costó arrancar, pero fue sumando puntos importantes en pistas como Almagro y Alcorcón. «Ha sido una temporada de transición con subidas y bajadas. Cambiamos muchas cosas en nuestra forma de jugar y se necesita tiempo para adaptarse», explica Jorge García, su entrenador.

Esa progresión le permitió acabar la primera vuelta fuera de los puestos de descenso, pero en la segunda las cosas volvieron a torcerse y el USAL cayó a la zona roja de la clasificación. «En el principio de la segunda vuelta no llegaron los resultados esperados y alguna lesión inesperada nos lastró, pero se estaban realizando muy buenos partidos y compitiendo cada vez mejor. Y cuando mejor estábamos, empezando a recoger otra vez buenos resultados, se corta la competición por el Covid-19«, lamenta el técnico.

Cuando llegó el parón, el equipo estaba a tres puntos de la salvación y, aunque la podría haber logrado en las pistas, la suspensión de la competición le dio la permanencia y le permitirá disputar su tercera temporada consecutiva en la categoría.

«En líneas generales se estaban cumpliendo los objetivos. Ahora con la permanencia ya confirmada, y a la espera de ver cómo y cuándo va a comenzar la siguiente, empezaremos las reuniones para preparar la temporada próxima», finaliza Jorge García.