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Echaba de menos las cuestas y salir en grupo con la bici

‘Lo que da de sí una tirada larga’

Juan Carlos Hernández | 29 septiembre, 2020

Sí, parece mentira, pero echaba de menos mis caminos de tierra y mis cuestas en los recorridos de carrera. Cuando estoy por Cádiz es todo llano, sin apenas desnivel, salvo subir y bajar por un puente que cruza la autovía, aunque es cierto que en contrapartida me cruzo con infinidad de corredores y se disfruta de las vistas de las playas o en el otro lado, de la bahía con el puente de la Constitución, que es una gran obra de ingeniería y digno de ver y de pasar por él (solo permitido a vehículos a motor).   

Pero las vistas de los campos sembrados o en barbecho, de los encinares a lo lejos, de la sierra, del Tormes, de los molinos en lo alto del camino a Navales o en Garcihernández y de la silueta de Alba cuando ya vuelves de vuelta, vengas por la zona que vengas, no le va en absoluto a la zaga y de hecho a mí me encanta. Soy de los que están aquí porque ha decidido estar aquí, porque en su momento regresé a mis orígenes y claro está, también porque he podido quedarme aquí, a otros también les hubiera gustado y no han podido, las circunstancias mandan.

Y sí, el miércoles salí a correr a primera hora, disfrutando de esos caminos y de esas vistas de las que os hablo y también disfrutando, y sudando, las cuestas y el tener que esforzarte en cada una un poquito más. Esta vez las conté, 12 había en el recorrido que hice y de ellas 4 o 5 de las que te hacen sacar todo lo que tienes. Además, el hacer cuestas es un trabajo acumulativo, cada una te ‘cuesta’ un poquito más y hace que las pulsaciones suban antes y un poquito más y vas notando cómo se acumula el cansancio, pero eso es también un reto y lo bonito de practicar deporte.

Así que hasta el miércoles, a acumular trabajo de bici y carrera y después ya a descansar y esperar que esa acumulación de distintas disciplinas hubiera compensado la tirada larga de bici que consideraba me faltó de cara a la ruta del domingo. Acumulación o carga, compensación, transferencia y descanso, para quien haya hecho cursos de entrenamiento estos términos le resultarán muy, pero que muy familiares.

Y llegó la ruta de bici del domingo. A madrugar y a las 7:30 horas cargando las bicis para ir hasta Medina, pero esta vez del Campo. En dos semanas mis retos han tenido el nombre de ‘Medina’, que son herencia de los siglos en los que los musulmanes dominaron la península. Pensábamos que iba a hacer frío, pero aunque la temperatura era baja, todos optamos por culote corto y arriba por una térmica o unos manguitos con el maillot de manga corta. Salimos 10 y en Aldeaseca de la Frontera se nos unió Miguel, que nos había llevado bicis en la furgoneta y al volver salió con la bici a nuestro encuentro. Cristina y Pepi también nos acercaron en sus coches y después estuvieron pendientes por si hacía falta su asistencia en algún momento.

La mañana, como ya os he dicho, un pelín fresca, aunque al rato yo ya estaba sudando porque el ritmo fue vivo en todo momento y en mi caso, un ‘pelín’ por encima de lo que estoy acostumbrado, pero me apetecía subir ese ‘puntito’. Ningún imprevisto, salvo que yo pinché y hubo que parar un momento para quitar el abrojo, Agus lo vio rápido, e inflar de nuevo la rueda para que el líquido antipinchazos hiciera su efecto.

Prácticamente todo el recorrido por caminos, algunos nuevos desde la última vez que hice el recorrido andando con la marcha Teresiana hace seis años, con lo que íbamos relajados y sin la tensión de la carretera. Campillo, Carpio, Fresno el Viejo, Cantalapiedra, Palacios Rubios, Zorita de la Frontera, Aldeaseca de la Frontera, La Nava de Sotrobal, Coca de Alba, Peñarandilla, Garcihernández y llegada a Alba sobre las 14:00 a una buena media y con 4 horas y 20 minutos de pedaleo y media hora de paradas entre el pinchazo y comer algo y rellenar botes en Aldeaseca. Por cierto, que muchos pueblos de esta zona sean  ”de la Frontera” es porque en tiempos fueron los límites entre los reinos de Castilla y de León.               

Foto de los que quisimos acabar en la iglesia de Santa teresa, más que nada porque habíamos hecho el recorrido de su último viaje y porque se conmemoraban los 50 años de su nombramiento como doctora de la iglesia. Para Carlos y David, los dos de Ledrada y que son fijos en la marcha Teresiana, seguro que esto tuvo un significado especial porque este año no se ha hecho.

Algunos nos quedamos un poco más para tomar una cerveza y un pincho en la plaza, aprovechando el buen tiempo que hacía a esas horas, y después a casa. Me tocó lavar la bici porque acabando y en un camino estrecho a Carlos se le olvidó señalar un barrizal y me metí de lleno, con lo limpitos que íbamos. Son las anécdotas que quedan de estas aventuras.

En mi caso y tal como preveía, me faltó una tirada larga más para prepararme bien y lo noté en los últimos 10 kilómetros, pero regulando un poco llegué sin más problemas. Después de comer, una cabezadita rápida en el sofá, recuperado (la acumulación y descanso surgen efecto) y a trabajar al teatro hasta más allá de las 21:00 horas, porque hay que estar a todas y hasta en alguna ocasión he corrido una media maratón o he hecho una ruta larga de bici y después también a trabajar. Ya estoy acostumbrado.

Buena semana, amig@s.

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