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Y tanto va el cántaro a la fuente…

‘Lo que da de sí una tirada larga’

Juan Carlos Hernández | 8 diciembre, 2020

El lunes de la semana pasada, al mismo tiempo que le enviaba a Adrián el artículo, cumplía con mi ‘obligación’ trimestral de donar sangre. Para mí es eso, una obligación, devolver a los demás un poco de lo que recibimos y no me cuesta nada, incluso diría que salgo más lleno de lo que entro porque es muy satisfactorio saber que con pequeños gestos puedes hacer bien.

Me pasa lo mismo, por ejemplo, con el reciclaje, me he vuelto muy duro con ese tema e intento que todo lo que pueda tener un nuevo uso no vaya a la basura y cuidar a la vez del medio ambiente. Debemos concienciarnos de que estamos aquí de paso y que tenemos que dejar el planeta por lo menos igual, si no mejor, de como nos lo hemos encontrado.

Este miércoles será el último de piscina hasta después de navidades, pues cierran para labores de mantenimiento y vacaciones del personal. Lo supliremos con alguna actividad porque al igual que en el confinamiento, las navidades, quieras o no, son fechas de comer más de la cuenta. Aunque eso mismo puedo decir de este puente que acaba, que estando tantas horas en casa terminas picoteando y además cosas que no son nada saludables, pero sí que hay que reconocer que muy sabrosas como las gominolas o hasta el turrón, del que ya hemos empezado alguna tableta.

Menos mal que también hemos puesto un poco de nuestra parte y hemos tenido la sesión que correspondía de gimnasia de mantenimiento porque aunque festivo, tampoco es que hubiera muchos otros planes y, además, así no hemos perdido un día, que ya nos tocará en vacaciones. Eso sí, por fin hemos vuelto a estar a cubierto. Llevábamos un mes haciendo las sesiones en el frontón y hemos tenido la suerte de disfrutar de buen tiempo, pero eso ha cambiado, el último día ya pasamos un poco de frío por el aire y a partir de ahora, y en lo que la situación no cambie a peor, podemos de nuevo estar en un lugar a cubierto.

De todas formas hemos quedado en que si salen semanas de buen tiempo volveremos a hacer la gimnasia al aire libre porque la experiencia ha gustado. El último día se despidió de nosotros con una puesta de sol espectacular (foto).

De la ruta ciclista del sábado no sé si hablar o no. Es que fue de esas mañanas en las que nos lo tomamos con tranquilidad, hablando, riendo y al final el tiempo y los kilómetros no fueron los que en un principio pensábamos hacer, aunque sí la dureza. ¡Qué frío! Con la punta de los dedos de las manos hasta llegando a doler en los primeros kilómetros, aunque en cuanto los caminos, o mejor dicho el campo, porque todo fue monte puro y duro, se puso para arriba entramos en calor. De todas formas, los que sí lo terminaron notando fueron los dedos, pero de los pies, porque como no los mueves quedan fríos por mucha bota de invierno que lleves.

Dos horas, pocos kilómetros, pero subidas, aunque cortas, de las más duras que he hecho y muchas, muchas risas en el recorrido. Además, con el aliciente de la vuelta a las salidas de Ángel, con el que en bici no había vuelto a coincidir desde marzo, le echábamos de menos. Y después, por fin pudimos tener avituallamiento de nuevo con caldito calentito para entrar en calor y continuar un rato con el buen ambiente de la mañana. A los nuevos compañeros del CD Cádiz Costa de la Luz les envié una foto del momento para que comprobaran que la costumbre del avituallamiento final es común en el ámbito ciclista.

Y como la ruta, aunque dura, fue de poca duración, me venía bien para tener las piernas descansadas de cara al domingo, ya que había quedado para hacer el recorrido del segundo cross de Cabrerizos, que en esta ocasión era de poco más de 9 kilómetros. O eso pensaba yo, porque el hombre propone y las circunstancias disponen.

Así que a Cabrerizos temprano, en compañía de Marisa, Fori y Pepi, como la vez anterior. Pero nada más comenzar, y cuando digo nada más es porque a los 200 metros me di cuenta de que algo no iba bien. El ritmo de respiración muy alto y si estaba así al principio, me podía imaginar lo que podía pasar al cabo de unos kilómetros.

Y pasó. A partir del 5 tuve que andar un par de veces para recuperar y acabar suave lo que quedaba. Pepi se dio la vuelta para acompañarme, pero le di las gracias y le dije que era mejor ya ir solo y a mi ritmo hasta el final. 

Después, en casa, comprobé que con todo y eso había hecho a 5:20 el kilómetro en un recorrido de cuestas, aire y frío. Porque, ¡qué frío! ¡Qué aire! Y la conjunción de los dos ni os cuento, 3 grados, pero una sensación térmica de 7 grados bajo cero, que me tomé la molestia de calcularlo.

La conclusión estaba clara, había salido muy rápido, como si fuera una carrera, pero sin haber hecho la preparación para una carrera porque el día antes se supone que se debe descansar o al menos hacer un descanso activo y en esa definición no entra subir con la bici repechos donde esta se ‘ponía de manos’

Haciendo bici los sábados, puedo salir a correr los domingos y hasta hacer muchos kilómetros como los días que hemos llegado a los 15, pero tiene que ser a ritmos suaves de aproximadamente 5:30, a ver si me entra en la cabeza para otra vez.

Buena semana, amig@s.

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