A estas alturas del año hablar de que el COVID-19 nos ha cambiado la vida y nos ha descolocado por completo multitud de esquemas resulta una obviedad un poco manida. Pero es una realidad y estas navidades son el ejemplo más reciente que tenemos.

El deporte, como no podía ser de otra forma, también se ha visto afectado y, por ende, sus protagonistas. Pero como puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida, hay quien ve en las épocas de crisis una oportunidad para adaptarse y prosperar. ¿Se acuerdan de Homer Simpson diciendo la palabra ‘crisistunidad‘?

Pues Raúl González es un claro ejemplo de esto último, de la adaptación en el deporte. Este berciano estudiante de Química formaba parte de la plantilla del Navega de Regional Aficionados. La temporada pasada fue el segundo máximo goleador del equipo con cinco tantos y este año tenía previsto continuar en la disciplina escolar. Sin embargo, el grupo decidió no salir a competir debido a la falta de seguridad por parte de la Federación de Castilla y León de Fútbol.

Entonces su planteamiento deportivo dio un giro radical. Durante el verano comenzó a jugar al pádel en Ponferrada y poco a poco fue sintiéndose más cómodo sobre la pista, hasta el punto de empezar a buscar clubes en Salamanca para continuar formándose cuando volviera a estudiar.

Ha encontrado acomodo en el Pádel Indoor Salamanca y no puede estar más contento: «La forma de tratarme y de trabajar fue exquisita desde el primer momento. Me buscó partido el jefe y desde ese momento caí de pie en el club. Para mí ha sido una vuelta de 180 grados. Me propuso trabajar para él, salió todo adelante y muy bien. Entré muy bien al club». En estos meses ha seguido entrenando y ha llegado a debutar recientemente en las Series Nacionales de Pádel de 500 con una victoria.

«Tuve que reciclarme y estoy consiguiendo un ‘feedback’ bastante positivo. Me quiero seguir formando en este mundo del pádel porque me está yendo muy bien, me encanta y me hace sentirme a gusto conmigo mismo», explica.

Esta no es la primera experiencia de Raúl González con un deporte de raqueta, ya que desde los 4 hasta los 12 años jugó al tenis en su localidad natal. Volver a recuperar esas sensaciones, los gestos técnicos, los movimientos y su buen golpe de revés es lo que le ha hecho entrar con ganas en el mundo del pádel y dejar un poco de lado el balompié.

«El otro día fuimos a Valladolid y pasamos por el campo del Laguna, donde metí mi primer gol con el Navega el año pasado y lo miraba… Sí echo de menos el fútbol, echo de menos entablar ese tipo de relaciones, tener esa confianza con un grupo humano. Muchas veces luego lo pienso y no lo echo de menos porque me da mucho tiempo, mucha libertad para pasar con mi familia, con mis cosas… Me ha dado un respiro en ese sentido», asegura.

Pese a que tuvo ofertas de otros equipos para seguir jugando al fútbol, se mantuvo fiel a sus principios y a los motivos que llevaron al Navega a no competir esta temporada: «La mitad del equipo depende de sus trabajos. La Federación no nos ha garantizado en ningún momento el hacernos tests, una seguridad mínima para poder competir. Imagínate que nos cogemos el COVID-19 en el equipo de fútbol y nos tenemos que pedir la baja cada dos por tres. No nos compensaba sin una seguridad mínima. Nosotros hubiéramos salido a competir y las cosas se están tergiversando mucho porque dicen que no había equipo y sí lo ha habido en todo momento, ha sido el mismo bloque del año pasado».

Por ello, en este año 2020 Raúl González ha pasado de meter goles con la camiseta rojilla a quitarse las botas de fútbol y coger la pala de pádel. Reciclarse en tiempos del COVID-19.