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La cabra tira al monte

‘Lo que da de sí una tirada larga’

Juan Carlos Hernández | 26 enero, 2021

Se acabó la nieve y tendremos tema para hablar mucho tiempo y, además, durante otro mucho recordaremos a Filomena por cómo nos afectó en un momento en el que estábamos ya afectados por la pandemia, que se está agravando por momentos y que todos sabíamos lo que iba a pasar después de Navidad y no hicimos nada, o más bien poco, por poner soluciones.

Así que ahora estamos sufriendo las consecuencias, unos más que otros, hay muchísima gente contagiada, o por lo menos yo sé de muchísimos en la comarca (por mi trabajo conozco muchos pueblos y a sus gentes), y ahora mismo está la situación desatada. Además, parece que los contagios se dan con más facilidad y si antes había que tener cuidado, ahora más. Ana no hace más que advertirme de ello, pero mi trabajo es el que es y requiere relacionarse e ir a casas particulares en muchas ocasiones.

Por los comentarios que hay en el grupo del club de Cádiz, la situación es igual o parecida en todas partes y esta tercera ola se va a llevar por delante a muchas personas y negocios. Se quiso salvar la Navidad a toda costa y eso va a tener consecuencias. No aprendimos o no quisimos aprender nada de lo que ocurrió en verano y ya veremos si no ocurre lo mismo dentro de tres meses con la Semana Santa.

Nos lo estamos jugando todo a la vacuna y eso requiere su tiempo y sus procedimientos, para la mayoría por lo menos, porque hay que tener ‘jeta’ con todos los casos que se están dando para colarse en las vacunaciones alegando excusas que no se las cree nadie, ni ellos mismos, por muchas explicaciones que intenten dar. ¡Qué falta de civismo y de solidaridad! Pero cómo vamos a esperar que no sucedan estos casos en un país donde está a la orden del día intentar colarse en la caja de un supermercado, de un cine o de toda aquella situación en la que haya que esperar a que llegue tu turno. Y ya no digo nada de los que no cumplen las normas y pasan de todo y de todos. ¡Qué gente!

Y entre nieve, frío, aire y lluvia ha ido pasando esta semana.  La escuela de atletismo, cogiendo ritmo y la chavalería con muchas ganas y haciendo las cosas ‘casi’ sin protestar a pesar de las normas que hay que seguir. Si no protestaran sería lo que me preocuparía y tengo la impresión de que los niños son los que mejor están llevando toda esta situación. La tirada corta que hago los jueves se quedó en nada porque estaba cansado, tenía los cuádriceps un poco cargados y no quise forzar nada para llegar con las piernas en perfectas condiciones a la salida de bici del sábado.    

Ese día amenazaba lluvia, pero nuestro meteorólogo particular, Agus, nos dijo que hasta por lo menos las 11:30 no iba a caer ni una gota y así fue, aprovechamos casi tres horas por el monte y sitios por los que no pasábamos, al menos yo, desde hacía mucho tiempo, ‘la bajada de los cerdos’ (hay una granja) o la zona de ‘la vaca muerta’ (foto) entre otros.

Esos nombres se los hemos ido poniendo nosotros para referirnos a un lugar en concreto y así tenemos muchos otros como la ‘cuesta de los conejos’, la ‘curva de las gallinas’, el ‘toro’ y otros menos poéticos como la ‘diabólica’, la ‘infernal’ o hasta la ‘satánica’, que en este caso son cuestas que, como se puede deducir por los nombres, a cada cual más endiablada.

El recorrido en kilómetros no fue mucho, pues no llegó a los 30, pero muy intenso, de calidad y os puedo asegurar que no pasamos nada de frío. Además, la mañana estuvo entretenida porque íbamos charlando y sobre todo pasándolo bien y tomando con humor todo lo que iba aconteciendo en la ruta, cuando podíamos, claro, porque había subidas en las que solo se oía el rodar de las bicis ya que no estábamos para hablar.

El campo, precioso, aunque la tierra un poco blanda haciendo más duro rodar, normal después de derretirse la nieve, y barro y agua en su justa medida para disfrutar hundiendo en algunos sitios 10 ó 15 centímetros las ruedas en él, pero lavándose al atravesar los arroyos que corrían con ganas y con bastante caudal.

Lo dicho, una mañana preciosa de bici y en la que me vino en más de una ocasión a la mente una frase que había leído el día anterior en un libro: «La mejor manera de no volverse loco es perder la cabeza de vez en cuando» (‘El último barco’, Domingo Villar); que me había enganchado de tal manera que no paré hasta que lo terminé en la tarde del viernes.

Y es que, entre otras cosas, estos ratos de bici también me sirven de válvula de escape para que se vayan las tensiones que llegan por otros lados y en algunas ocasiones sin motivo o como se suele decir, ‘sin comerlo ni beberlo‘. Y es que como decía Tamara Gómez, que me hacía mucha gracia pero que es bien cierto, «es que hay muchos tontos y muchas tontás», sí, tontás.

El lunes de nuevo la tirada larga nocturna con Pedro y Gabriel, que sirve también para olvidarse de otras cosas y por supuesto para hacer ejercicio físico. Y antes, visita a la biblioteca para recoger un nuevo libro que leer en los ratos libres porque además del cuerpo hay que entrenar la mente.

Buena semana, amig@s.

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