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Falta educación, y también en el deporte

Este fin de semana hemos sido testigos de situaciones deleznables en el deporte salmantino

Adrián A. García | 17 marzo, 2021

¿Acudir a un recinto deportivo te da derecho a insultar y a faltar al respeto a diestro y siniestro? ¿Los trabajadores del deporte tienen el deber de aguantar eso?

Vivimos en la era de la irascibilidad. La sociedad rezuma mal humor y en tiempos de pandemia, esos sentimientos negativos han ido en aumento. No lo digo yo, lo dicen los expertos en la materia y un servidor, cuando no domina un asunto, tiende a escuchar a los que sí lo hacen y evita dar lecciones de ‘cuñadismo’. Qué cosas, ¿verdad?

El caso es que el deporte siempre parece ser ese escenario en el que soltamos toda la mierda que llevamos dentro. Y ahora es mucha. Sinceramente, nunca lo he entendido, pero creo que todo se resume en una cuestión: educación. Falta educación, y también en el deporte.

Nos estamos radicalizando como sociedad y el deporte, que es un constante ‘o conmigo o contra mí’, ha superado sus límites hace mucho tiempo. Este fin de semana lo hemos podido ver en varios recintos deportivos como el Helmántico o la Alamedilla, pero que nadie se lleve a engaño, ocurre exactamente lo mismo en otros lugares y casi siempre con el balón de fútbol de por medio. Y si no, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Yo no estuve en el feudo del Salamanca UDS, pero creo que a estas horas todos hemos visto el vídeo de La 8 Salamanca de la llegada de Miguel Ángel Sandoval -que ahora ha cambiado su rol dentro de los elementos de la comunicación- al palco. Lamentable. Y en la pista de fútbol sala, un grupo de 6-7 exaltados se pasó todo el partido insultando a Tomás de Dios, entre otras cosas. No reproduzco por aquí sus palabras porque ya me dolieron los oídos el domingo y no quiero que ahora me duelan los ojos. De hecho llegué a pensar que era mejor jugar sin público, y la verdad es que lamento bastante que la idea se me pasara por la cabeza.

¿Qué nos está pasando? ¿Por qué actuamos así? Es justo señalar que son solo unos pocos y no representan a toda la afición de los equipos, pero esos pocos hacen mucho ruido y manchan a sus compañeros de grada y al escudo que representan. Y esta sí es la realidad, no la caverna tuitera en la que habitan infinidad de trolls en la que los menosprecios van y vienen y están a la orden del día -que se lo pregunten a Javi Navas, por ejemplo-.

El deporte y sus protagonistas merecen una reflexión, pero mucho me temo que todas las que se hagan caerán en saco roto. Pararse a pensar y a analizar las situaciones en busca del bien común no es algo que se lleve mucho últimamente. Primero, dios, y luego todos los santos.

Y como habréis podido observar, en ninguna línea de este texto he nombrado a los árbitros, el colectivo más vulnerable, zarandeado y maltratado. Escuchar los improperios que reciben partido tras partido mientras realizan su trabajo es el mayor ejemplo de la ausencia de educación deportiva. Son elementos imprescindibles en cualquier disciplina.

Tampoco he mencionado la bochornosa batalla campal acaecida en el Alfonso San Casto. Empujones, puñetazos, agarrones del cuello, alguno que saltó desde la grada… Solo faltó que alguien lanzara una patada a la cabeza de otra persona, vaya.

Vamos terminando. La respuesta a las preguntas con las que empezaba el texto es clara: no. Y si tú no lo ves así, háztelo mirar porque te falta algo…

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