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En cualquier momento puede haber imprevistos

‘Lo que da de sí una tirada larga’

Juan Carlos Hernández | 17 agosto, 2021

Antes de que nadie diga nada, que sé cómo son estas cosas, he pedido el permiso de los padres para poder sacar la foto sin pixelar de los niños que estuvieron en mi grupo de perfeccionamiento del curso de natación que acabó la semana pasada. Y además, por suerte son de mi misma opinión, que a este paso los niños no van a tener fotos de recuerdo de ninguna actividad, o casi ninguna, porque con tantas normas y además con la mascarilla ni se les reconoce en las fotos. 

Qué sí, que con el tema de los niños hay que tener cuidado y protegerlos, pero en unas cosas en exceso y después en otras con defecto. No se me olvida hace tres años que tuve que tapar las caras de dos niños en una foto que hice de una salida de bici en la que colaboré porque sus padres no querían que salieran. Pues bien, me dio por buscar y resulta que tenían página de Facebook y allí estaban en fotos de todo tipo que podía ver cualquiera y después yo había tenido que difuminar su cara en una actividad deportiva que hicieron con el resto de compañeros de colegio, incomprensible. Como decía mi abuelo, «y tanto me arremangué que se me vio hasta el culo»…

Volviendo al curso de natación. Sentimientos encontrados, como os dije la semana pasada, por un lado ya no tengo que correr toda la mañana para estar a las 11 en los cursos, pero me lo he pasado bien, ellos también y sobre todo han aprendido a defenderse en el medio acuático y poder salir de una situación apurada si llegara el caso.

He tenido tres niños que tenían un poco de miedo y verlos al final del curso sonreír después de atravesar la piscina grande nadando es algo que no tiene precio. Esos últimos días también tuve a un par de niños que me los pasaron de otro grupo porque se habían soltado mucho y para que pudieran aprovechar bien el curso. Lo mismo, al principio con cara de circunstancias, pero después tan contento de los logros conseguidos.

Me encanta cuando después me ven por la calle y con una sonrisa de oreja a oreja me saludan, «hola Juancar». Me hacen sentir orgulloso y por eso en este curso tan especial, después de dos años y con un grupo de perfeccionamiento propio para mí, no he podido menos que hacerme una foto final con ellos.

¡Qué salida de bici la de este último sábado! Todo bien hasta que nos dio por tomar un camino al lado del río, entre Encinas de Arriba y Sieteiglesias de Tormes, por el que no habíamos ido nunca y sin darnos cuenta estaba lleno de abrojos. Uno tras otro, pinchazo va y pinchazo viene. Perdimos la cuenta de los que teníamos clavados en las cubiertas, en las mías unos diez en cada una. Eran tantos que no los quitamos para que el liquido antipinchazos hiciera efecto bien y no hubo más que inflar de nuevo un poco las ruedas, pero según seguíamos rodando los abrojos se iban soltando, de nuevo a parar a meter aire y el problema fue que eran tantos que el líquido terminó por no hacer efecto y más teniendo en cuenta, como en mi caso, que con el tiempo va perdiendo efectividad. Hubo que cambiar hasta tres cámaras y ya no sabíamos si reírnos o llorar. Jonathan, el chaval jovencito que lleva un tiempo saliendo con nosotros, recibió una clase magistral de cambio de cámaras.

Para rematar, a Pepi se le rompió un pedal y por lo menos, aunque con precaución para que no se le saliera, pudo terminar la ruta. A la llegada, un refrigerio bien ganado y a reírnos, entonces ya de verdad porque estábamos al lado de casa, de todo lo que nos había ido pasando en la ruta. Una salida sencilla, que iba a ser casi de paseo porque con el calor no queríamos hacer excesos, resultó la más accidentada que recuerdo en mucho tiempo. Eso sí, por razones mecánicas, que al fin y al cabo tienen solución.                                        

El lunes por fin descansé en este largo fin de semana y aproveché a poner una nueva cámara antipinchazos a la bici porque la que llevaba de repuesto no lo era y todo listo para seguir disfrutando de las salidas de los sábados, esperemos que el próximo con menos calor e incidencias.

Y ese mismo día todavía casi de noche salí a correr para aprovechar el fresco de la mañana, aunque he de reconocer que a pesar del fresco noté los ‘excesos’ de la celebración de aniversario, siete años ya, que habíamos tenido el fin de semana. Fue una celebración muy tranquila, que es lo que nos gusta a los dos, la tranquilidad, que para lo demás ya tengo el trabajo y el deporte en todas sus facetas, pero en cuanto te pasas de lo normal comiendo y bebiendo, después se nota a la hora de hacer deporte. De todas formas la ocasión merecía la pena y sudar un poco más de la cuenta no tiene más importancia.

Por cierto, esta semana empiezo entrenamientos específicos para una prueba a la que me he inscrito sin pensarlo mucho, porque de lo contrario no lo habría hecho, y que va a suponer un nuevo y gran reto, otro más, en mi carrera deportiva. Ya os enterareis.

Buena semana, amig@s.

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