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Willis Mackey: «He sufrido racismo y ha sido duro, no importaba nada, solo veían el color de mi piel»

El jugador bahameño del Aquimisa Carbajosa cuenta la historia de su vida, esa que le ha llevado al líder invicto de Liga EBA y a debutar con la selección de su país

Willis Mackey, durante un partido de esta temporada
María Pedrosa | 17 marzo, 2020

Olvidémonos por un momento de todo, aunque resulte complicado. Sigamos pensando que más allá de una cuarentena sigue habiendo proyectos y sueños. Una semana antes de que todo empezara, de estar al margen de cualquier sufrimiento o enfermedad, Willis Mackey recordaba la realidad de su país, Bahamas, su pasión incondicional por el baloncesto y los todavía pensamientos racistas que conviven en la sociedad del siglo XXI.

Me atrevo a escribirla en presente, evitando cualquier rumor que me lleve a hacerlo en pasado. Echaremos el baloncesto de menos, a sus personas y su particular manera de cambiar las cosas, las emociones y el estado de la gente, pero seguirán perviviendo las ilusiones con las que se ha comenzado esta temporada y la llama más candente sigue estando en Carbajosa.

¿Cuál es la diferencia que hace a este equipo el mejor? «La diferencia está en que desde el primer día que llegamos parecía que ya nos conocíamos entre todos. Teníamos el mismo objetivo y una razón en común para estar aquí, así que desde el primer día de entrenamiento supimos que no era un equipo igual que el resto. Está en nosotros mismos lo que hacemos fuera de la pista, pero cuando estamos en ella es momento de darlo todo. Entrenamos como un equipo profesional, duro, intenso y siendo sincero, nuestro día a día es mucho más difícil que algunos partidos, el nivel al que entrenamos hace que los partidos se hagan fáciles. Mi equipo es disciplina, viéndonos jugar y entrenar se puede ver nuestro nivel de implicación», asegura el bahameño.

¿Cuál es la clave que une todas las piezas? «Diría Jesús, sin duda. Siempre sabe lo que decir en cada momento, no hemos venido aquí para perder el tiempo y él nos lo deja claro. Tenemos al mejor entrenador posible, es listo y lo respeto por ello, le encanta el baloncesto, aprende cada día y hace que el resto aprendamos de él. No solo nos entrena en la pista, sino que fuera vemos partidos y los analizamos. Le encanta lo que hace y eso me lleva a mí a querer lo que hacemos», reconoce.

¿Qué ha supuesto para ti la ir a la selección de tu país? «Experiencia y aprendizaje. Ha sido el momento en el que me he dado cuenta de que puedo tener un futuro en el baloncesto. Hace dos años ni se me hubiera ocurrido pensar que llegaría al punto en el que estoy, en España, en un equipo prácticamente profesional y dentro de la plantilla del equipo de mi país. Nadie me conocía porque nunca había jugado allí al baloncesto y he tenido que trabajar y demostrar que puedo estar ahí desde el primer entrenamiento. Creo que he sorprendido y estoy muy contento, todos me han acogido, han conocido mi historia y me respetan. La experiencia ha sido literalmente una locura, a pesar de haber jugado menos he aprovechado cada momento. Soy joven, es el principio de mi carrera y soy consciente de ello», afirma.

El baloncesto… «Es mi vida, literalmente. Creo que a veces es algo malo porque en mi caso, cuando estoy pasando por un mal momento, en vez de alejarme o tratar de despejar la mente solo pienso en seguir jugando al baloncesto. Sé que puede sonar a locura, pero hasta que no vuelvo a estar al mismo nivel no dejaré de hacerlo. Así que…gracias a Dios en el baloncesto me va muy bien, por lo que en el resto de mi vida también. Obviamente ha habido momentos malos, pero esa ha sido mi medicina. Baloncesto mal, todo mal», explica.

¿Qué ves más allá del baloncesto? «Creo que es la mejor pregunta del mundo. La razón por la que juego al baloncesto en estos momentos es porque creo que puedo vivir de ello y que un día conseguiré mucho dinero, pero no para el disfrute personal. Sé lo que puedo hacer con mucho dinero y ahí es donde aparece mi país, las Bahamas, y mi familia. Solo pienso en ayudar a mis hermanas y poder construir casas que sobrevivan a los huracanes que hay constantemente para gente sin recursos. Ese es mi objetivo, más allá del baloncesto está ayudar a mi país y es la razón por la que me dedico a ello», señala.

¿Cómo es tu país? «Es el mejor lugar del mundo. Me encantan las Bahamas, estoy orgulloso de ser de allí, pero no puedo vivir en mi país. ¿Por qué? No está hecho para mí, el desarrollo social y económico va muy despacio y ojalá algún día pueda ayudar a mi país a crecer. Después de estar en Estados Unidos conocí algo totalmente distinto, un nivel de vida mucho más elevado y quiero eso para mi país, pero me siento orgulloso de decir que soy de Bahamas, soy así porque soy de allí. He crecido aprendiendo a ser duro, porque es el día a día de allí y al final, la vida en general», sostiene.

¿Cómo fue allí tu infancia? «Mi infancia fue normal, mis padres siempre han trabajado muy duro. No veía a mi padre mucho porque trabajaba de sol a sol y mi madre era y es una heroína. El instituto no fue una buena experiencia para mí, era muy influenciable y tomé malas decisiones que me llevaron a problemas, pero cuando llegué a Estados Unidos mi vida y yo mismo cambié. Era afortunado y me tomé muy en serio tanto mis últimos años de instituto como la universidad. Allí seguí con el béisbol, nunca había jugado al baloncesto en Bahamas. Tuve problemas en el corazón que me hicieron estar seis meses parado y después de ello para mí era más fácil jugar al baloncesto que recuperar el nivel al que estaba en el béisbol. Era como volver exactamente al primer día de béisbol y decidí tomarme el baloncesto en serio, trabajé muchísimo y en 2018 más o menos vi que podía tener una oportunidad», defiende.

Racismo: «Uff… En mi país la gran mayoría de las personas son como yo, en Estados Unidos no y es allí donde he sentido el racismo por primera vez, simplemente porque era diferente. Hace tan solo cincuenta años los hombres negros adquirieron la categoría de ciudadanos, es algo reciente y todavía mucha gente convive con ese pensamiento antiguo. He sentido miradas con las que me decían que era peor que el resto por ser negro y no blanco. En Virginia, aunque obviamente no sea como antes, he llegado a pensar por momentos que no era nada y no entendía el porqué. Una vez fui de excursión con el instituto, entramos en un restaurante y cuando una señora me vio agarró su bolso. Mi profesora fue hasta ella y le preguntó que qué hacía, yo trataba de entenderlo, solo tenía dieciséis años y se estaban escondiendo de mí. Ellos solo veían mi exterior y me ha llevado mucho tiempo aceptar quién soy. Ves comportamientos y escuchas a personas, opiniones que no entiendes, y ha sido difícil. Ahora estoy feliz, sé que no puedo cambiarme, todavía no estoy del todo cómodo cuando conozco a alguien blanco por primera vez porque no sé qué es lo que piensa de mí, me duele decirlo, pero es por lo que he pasado. Y haberlo hecho cuando era tan joven me hizo sentir inútil. En Ohio también sufrí esta clase de racismo. Si LeBron James tiene en su casa insultos racistas, entonces, ¿dónde quedamos el resto? Da igual que haya sido uno de los diez mejores de mi promoción, que sea bueno al baloncesto, no importa nada, solo ven el color de mi piel. Eso sí, en España no me ha pasado nada similar».

¿Ahora eres feliz? «Sí, lo soy, porque siento que he tomado una buena decisión, estoy en el mejor equipo que podía estar. No he llegado a soñar con esto porque no he tenido tiempo. No se me olvidará el momento en el que mis padres vinieron y Jesús, el presidente, llevó a mis padres al hotel. Es el presidente, no tiene por qué hacerlo, quería conocerlos y eso fue muy especial para mí. Hay pequeños gestos y detalles que han hecho de Carbajosa mi casa y estoy feliz por ello. Nunca hemos tenido ningún problema porque nos hacen la vida más fácil», finaliza.

Cuando dejas volar tu mente por momentos y te olvidas de lo que hay a tu alrededor, desde el rincón más feo de tu casa podrás leer historias como esta, que parecen lejanas, pero por desgracia conviven en nuestros días. Si algo nos enseña y estamos aprendiendo es que la empatía es el arma con el que se vence cualquier mal.

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