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Pallá, pallá, pallá, pallá

‘Lo que da de sí una tirada larga’

Juan Carlos Hernández | 24 noviembre, 2020

La semana fue cargadita en el trabajo, así que a hacer un esfuerzo para las actividades deportivas. La piscina la he cambiado a los miércoles porque se acumulaba todo lo fuerte en tres días y así dejo uno de descanso antes de los días de bici y carrera. Aunque a decir verdad, no sé lo que aguantaré haciendo bici y carrera en sábado y domingo porque es mucha ‘tela’ y hay días que las piernas se resienten, pero habrá que seguir haciendo un esfuerzo.

La ruta de bici llegó en esta ocasión a casi las tres horas y quieras o no, te influye para salir a correr el domingo y más para hacer salidas de hora y pico como las que estamos haciendo últimamente. Pero lo dicho antes, en lo que pueda seguiré haciéndolo porque así me esfuerzo un poco más y salgo acompañado, que es otro aliciente.

Otra ruta de las de parar más bien poco, solamente para decidir en algún momento por dónde tirábamos, con confusión incluida -¿verdad, Manolo?- sin más consecuencias que hacer algún kilómetro más y reírnos un poco, que también es parte de las salidas, porque si no…

Como decía Polo, ya tenía título para el artículo, y es que en un momento dado, al decidir por dónde seguíamos fueron muy ‘explicitas y claras’ las explicaciones de Carlos, tanto verbales como con el brazo, todo esto sin parar de pedalear, porque mientras movía el brazo izquierdo de un lado a otro nos decía que íbamos a ir ‘pallá, pallá, pallá y luego pallá’, literal. Todo era terreno conocido y en realidad daba igual coger un camino u otro porque sabíamos perfectamente dónde estábamos, dónde iríamos a parar y por dónde podíamos volver, que si no…

Así que al final, por Navales y Larrodrigo, las fincas de Gallegos y el Carmeldo, Pedraza, a donde llegamos por la confusión, y por detrás de Vadecarros hasta llegar a Alba por los caminos de Aldeaseca y Matarrala. Una ruta relativamente fácil, eso sí, empezando con buenas cuestas como la del Cuco (qué recuerdos de mi primera carrera) y entretenida por los paisajes y porque al ir por caminos vamos tranquilos y nos podemos centrar en pasar una buena mañana. Eso sí, hacía fresquito y en mi caso ya iba con la equipación de invierno que no me sobró en ningún momento.

Por cierto, otro pinchazo, ya van tres, que recuerde, en los últimos meses, aunque solo hubo que parar un momento, dar bien de aire a la rueda y el liquido antipinchazos hizo el resto. Me acuerdo de las primeras salidas, cuando llevábamos cámaras normales. La de paradas que había que hacer para cambiar la cámara o incluso poner parches porque ya no teníamos más cámaras de repuesto.                                   

Seguimos llevando cámaras y parches, por lo menos yo, porque nunca se sabe lo que puede pasar, pero es muy raro que tengamos que cambiarlas. Eso sí, cuando hay que hacerlo es en un ‘plis plas’ y no tardando una eternidad como nos pasaba al principio y ya no te digo si era la rueda trasera, con los problemas que nos daba el desviador del cambio a la hora de quitarla y ponerla. Pero todo hay que decirlo, qué bien lo pasábamos a pesar de todos los inconvenientes que íbamos solventando, o tal vez era justamente por eso.

Ahora llevamos de todo, cámara, un trozo de cubierta vieja por si se raja la que llevas, parches, espuma antipinchazos, multiherramientas, cierres rápidos de cadena, bridas y en mi caso hasta unos pequeños alicates y por supuesto un mínimo botiquín. Y todo ello en una pequeña bolsa debajo del sillín. ¡Lo que nos ha ido enseñando la experiencia! 

A la llegada irónicamente comenté que llevamos tres semanas que acabamos con tanta prisa que no paramos ni al avituallamiento para comentar las anécdotas de la ruta. Me temo que todavía falta para que podamos volver a tenerlos y dudo que esa medida haya servido de solución al problema, más bien los va a crear o ya los está creando.

Y el domingo había quedado para salir a correr un rato con la misma compañía que el anterior. Decidimos que un recorrido relativamente llano y de media distancia. ¡Ay señor! Esto de salir con galgos trae lo que trae. Lo llano del recorrido estuvo en lo que salimos del pueblo, porque después para arriba y ya no os cuento cuando hemos acabado desde la gravera de la carretera Peñaranda por el camino los coladeros y si a ello le añadimos que hicimos casi 14 kilómetros.

Pero no me quejo (mucho) porque es gratificante correr acompañado y además ya sabemos que cada uno tiene que poner su ritmo cuando el camino se hace duro. Eso es importantísimo, no ‘cebarse’ con el rimo de otros porque puedes aguantar un rato, pero al final lo pagas y acabas fundido o, como decimos en el argot, ‘volcamos’.

Lunes por la tarde, curso de uso del DESA, desfibrilador semiautomático. En mi caso es la renovación del certificado para usarlo porque ya lo tengo, pero cada tres años hay que renovarlo, cosa que no entiendo por qué. O sí, teniendo en cuenta que se cobra por ello, aunque en esta ocasión nos lo da el Ayuntamiento y es gratis, bien. De todas formas nunca viene mal un repaso.

Buena semana, amig@s.

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Una respuesta a “Pallá, pallá, pallá, pallá”

  1. Mari tere dice:

    «»»las imágenes no coinciden con el texto»»»»»hablas de piscina y a hora no hay

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