La pasada temporada el Santa Marta juvenil encarriló su segunda salvación consecutiva en División de Honor con una victoria frente al Extremadura. Sin embargo, en ese mismo partido recibió una de las peores noticias posibles, al lesionarse gravemente su jugador Gonzalo Aldeano en el tiempo añadido de la primera mitad.

“Sentí un crujido en la rodilla y supe que pintaba mal. Me asusté bastante, fue más el susto que el dolor. Estaba muy nervioso y llorando, creía que se acababa ahí”, explica el salmantino. En su primera campaña en la máxima categoría del fútbol base a nivel nacional había disputado todos los partidos, mientras que en su segundo año como juvenil tan solo se había perdido un encuentro en 27 jornadas.

Hasta el momento en el que se rompió el ligamento cruzado, Gonzalo había anotado seis goles, convirtiéndose en uno de los líderes del equipo. “Estaba contento con mi rendimiento, jugando a un nivel bastante alto. Fue un palo”, considera el propio futbolista del Santa Marta DH. Además, sus buenas actuaciones habían llamado la atención de canteras importantes, un interés que se llevó por delante la gravedad de la lesión. “Había ofertas, pero poco serias. Después los equipos ven a un jugador con un cruzado roto, y no se fijan tanto como en uno de primer o segundo año con toda la categoría por delante”, lamenta Gonzalo.

Y eso que las primeras exploraciones fueron optimistas. “Hablando con el cuerpo técnico y los fisios, creían que podía ser un esguince nada más. Dentro de lo que cabe tampoco era tan grave. Pero según visitaba médicos, iban corroborando las pruebas y vi que era bastante serio”, asegura el joven jugador charro, que se llevó un gran chasco.

Comenzaba entonces para Gonzalo un duro proceso de recuperación. “Cumplir todos los plazos, sufrir hasta doblar la rodilla a tope…ha sido bastante doloroso. Pero la satisfacción de pisar un campo, volver a correr y tocar un balón se agradece muchísimo. He trabajado duro para recuperarme y ocho meses después lo he conseguido”, declara el juvenil tormesino.

No en vano, el pasado domingo volvió a pisar el césped del Alfonso San Casto, al entrar al campo en sustitución de Tomi a seis minutos del final. “Estaba un poco nervioso, pero sobre todo feliz”, indica Gonzalo. Era además un duelo frente a un rival directo y con el marcador apretado, por lo que sintió bastante responsabilidad. “Nos jugábamos un montón, el Adarve además es un equipo de mucho contacto e intensidad. Salí a parar un poco el partido, dormirlo con el 2-1”, explica el atacante tormesino. Y el Santa Marta lo consiguió, al sumar tres puntos que permiten al Santa Marta continuar fuera de los puestos de descenso.

A lo largo de este tiempo, de todos modos, desde el club charro han tenido que frenarle. “Desde la grada se viven los partidos con muchos nervios. Quería volver, pero siempre hablando con los fisios para cumplir los plazos. En cuanto vi que podía tocar balón y correr a gusto tenía ganas de volver a empezar, pero me decían que había que ir con calma porque una recaída sería casi dejar el fútbol”, asegura Gonzalo.

Ahora, se encuentra totalmente recuperado. “Llevo entrenando bastante tiempo con el grupo y estoy sin miedo. El otro día se me olvidó la rodilla por completo”, explica el futbolista tormesino. Por delante tiene todavía trece jornadas para volver a recuperar las sensaciones de la temporada pasada, truncada por la grave lesión. Y a nivel colectivo acabar su etapa como juvenil con tres permanencias en el División de Honor, pese a formar parte de un club humilde como es el Santa Marta. “En cuanto empecemos a coger la racha positiva y a entrar los goles, nos vamos a salvar fácil. Confío en el equipo, porque tenemos un equipazo y jugamos de cine”, advierte.

Como veterano tendrá la tarea de aportar experiencia al cuadro dirigido por Sergio Hernández, ayudando “en los momentos tensos del partido”. Y una vez superada una lesión tan grave, volver disfrutar del fútbol sin pensar en el futuro. “Pasito a pasito y que venga lo que tenga que venir”, concluye Gonzalo.