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Dan Szafman: “Me siento afortunado de jugar al baloncesto porque así pude salir del ejército”

El jugador israelí, base del Aquimisa Carbajosa, hace un repaso de su corta pero intensa vida, en la que ha tenido que tomar importantes decisiones para estar donde está en estos momentos

Derbi entre el USAL - La Antigua y el Aquimisa Carbajosa
María Pedrosa | 4 febrero, 2020

“La misma canción al cambiar de persona no dice lo de siempre cuando dice lo mismo”. Un equipo de baloncesto está compuesto por diferentes y distintas personalidades, historias, experiencias, pero tiene la magia de que cuando todas se juntan forman una más bonita todavía. Aunque parezca la misma historia, de un chico joven ilusionado con un deporte que sueña con llegar a estar un día en lo más alto, esta historia no dice lo de siempre cuando dice lo mismo.

Cuando el baloncesto se convierte en tu vida de escape, precisamente de una vida que te ha sido marcada sin preguntas, sin importar la opinión que tengas o dejes de tener. Cuando el baloncesto es tu pasaporte para salir de tu país, de un país que quieres pero que no está hecho para ti. En ese momento, el baloncesto se convierte en tu nueva vida y las personas que lo rodean en tu familia.

Dan Szafman, base del Carbajosa Basket, tiene tan solo 21 años, pero su carta de presentación va más allá. “Soy joven, pero he vivido mucho, simplemente por el hecho de ser de Israel ya es diferente”, avisa. Pero, ¿cuál es esa diferencia? “La principal es que en Israel hay guerras todo el tiempo. Tenemos muchos enemigos y ello implica tener un ejército. Cuando tienes 18 años, seas chico o chica, tienes la obligación de ir. En mi caso fueron ocho meses, pero no fui soldado. Mi superior me dio la oportunidad de continuar jugando al baloncesto y por ello me dediqué a temas informáticos. Al final me permitieron salir para dedicarme a ello por entero, pero por desgracia no es lo habitual”, explica.

¿Te consideras afortunado por ello? “Mi caso fue algo excepcional y ocurre muy poco. Son situaciones específicas en las que tú no eres bueno para el ejército y el ejército no es bueno para ti porque la estructura y la dinámica de este no está hecha para todo el mundo. Yo fui uno de ellos y la verdad es que me siento afortunado por ello. Tuve mucha suerte, gracias al baloncesto salí del ejército. Si no, todavía seguiría allí”, asegura el base del equipo de Carbajosa.

¿Se da la oportunidad de comenzar unos estudios universitarios? “Si quieres estudiar, puedes hacerlo después de haber estado en el ejército, pero en el momento en el que acabas el instituto tienes la obligación de ir. Además, el primer test te lo hacen cuando tienes 16 años, analizan a tu familia y tienes que pasar un examen físico. La mayor parte de la gente cuando finaliza su etapa en el ejército decide irse a importantes universidades fuera del país. Al final, todo en Israel gira alrededor del ejército. La decisión de lo que vas a hacer en tu vida depende de ello, de hecho no depende de ti, sino de otra persona. Es duro, pero pasas toda la vida sabiendo que es tu destino, cuando llegas a los 18 tienes que ir al ejército, tus padres lo hicieron, tus abuelos también y ahora te toca a ti”, finaliza con respecto a ese tema.

Dan Szafman penetra a canasta durante un partido de esta temporada

Y si te preguntara, ¿qué estudiarías si tuvieras esa oportunidad? Se queda en blanco… “Es una muy buena pregunta. Es duro decir esto, pero nunca me lo había planteado. Probablemente estaría relacionado con el mundo del baloncesto, analista quizás, me gusta la comunicación, los números… Nunca lo he pensado en verdad, pero lo que sí veo en mi futuro es el baloncesto”, afirma el jugador israelí.

Aquí tienes apadrinado un equipo infantil femenino, ¿ves muchas diferencias entre los niños en España y en Israel? “La verdad es que en Israel no había visto a chicas jugando al baloncesto. Tenemos una liga profesional, pero para mí es único ver a mi equipo, además de poder ir a un partido de Perfumerías Avenida. Es increíble poder verlo porque este deporte no es solo de chicos y en Israel hasta el momento nunca había visto nada igual”, señala Dan Szafman.

Tras más de media vida jugando al baloncesto, te fuiste muy pronto de casa para apostar por el progreso de tu sueño. Jugaste una temporada en Portugal, disfrutaste de los Juegos Olímpicos judíos con la camiseta francesa y llegaste a Carbajosa. “En Portugal encontré una familia en la que muchos de mis compañeros de equipo eran como mis padres. Hice una vida muy familiar, pero aquí he encontrado a mis hermanos. Es verdad que después de acabar mi servicio en el ejército intenté entrar en una universidad de Estados Unidos, pero ya era demasiado tarde para pedir una beca y encontré en Europa mi lugar. Hasta ahora solo puedo decir que está siendo impresionante mi temporada aquí. Me gusta vivir en Carbajosa porque tienes tu espacio y es un pueblo tranquilo. Te permite estar concentrado en tu objetivo”, reconoce el base del conjunto salmantino, líder invicto en su grupo de Liga EBA.

El objetivo está claro, pero hay un proceso en el que entran factores que van más allá de la pista. “Exacto. De la misma forma que en tu vida personal, a lo largo de una temporada tendrás momentos buenos y también malos. Por eso es importante vivir con otras personas que compartan tus mismos objetivos y que precisamente acaban pasando por los mismos momentos malos que tú. Estamos lejos de casa, no hablamos bien español…Es uno de los principales pilares de este equipo”, defiende el jugador israelí.

¿Cuáles son el resto de pilares, de piezas clave en el equipo? “Creo que Jesús Gutiérrez es uno de ellos, es probablemente el mejor entrenador que he tenido hasta el momento. Sabemos exactamente qué es lo que quiere y jugamos y entrenamos con un objetivo claro y común gracias a él. De hecho, creo que tiene algo que no he visto en otros entrenadores y es que después de cada victoria no sentimos que hemos ganado la Champions. En el próximo entrenamiento volveremos a correr, a defender y a dar el máximo porque somos conscientes de que todavía no hemos hecho nada. Él nos mantiene con los pies en el suelo”, explica Dan Szafman.

“Somos un gran grupo técnico y humano. Todos sabemos cuál es nuestro rol tanto dentro como fuera de la pista. Somos un gran equipo, en mi opinión, porque cada uno sabe lo que tiene que hacer para ayudar al conjunto. Esa es la razón por la que nadie hasta ahora nos ha parado”, sostiene con su equipo contando por victorias sus partidos, quince hasta el momento.

Una familia… “Sí, quiero a todos mis compañeros de equipo. Cualquiera puede tener un buen partido, todo el mundo da todo lo que tiene y ninguno mira por sí mismo, todos nos ayudamos y eso nos hace diferentes. Un ejemplo es Doudou, viene a cada entrenamiento y da su 100% siempre, sin importar las circunstancia. Y hace lo mismo fuera de la pista, da su 100% con cada uno de nosotros. Creo que dice mucho de una persona que cuando te ocurre algo sea tu primera llamada. Es increíble y aprecio todo lo que hace. Siempre es la mejor persona que puede ser. Su rol es mucho más grande que meter puntos o coger rebotes. Lo llevaría a cualquier equipo conmigo, chicos como él hacen el equipo mejor. Aunque, la verdad, a él y a cualquiera, es muy fácil estar unidos”, considera el base del Aquimisa Carbajosa.

Dan Szafman lanza a canasta durante un partido de esta temporada

Y cuando todo acabe, ¿alguna vez te lo has planteado? “Es una de las cosas más difíciles de ser jugador de baloncesto. Nunca sabes dónde vas a estar la siguiente temporada o qué va a pasar contigo porque una cosa que no se ve es la dedicación que cada uno tenemos hacia nuestro cuerpo. Mi cuerpo es mi trabajo. Eso sí, tenemos a Javi y creo que es la verdadera razón por la que en estos momentos somos el mejor equipo. Al final es duro, pero no quiero pensar en que igual a muchos de ellos no voy a volver a verlos. Tengo que vivir lo que está pasando ahora mismo”, finaliza Dan Szafman.

Su vida estuvo marcada desde un principio, pero ahora prefiere vivir el momento siendo dueño de sus propias decisiones. Viviendo en una canción en la que no se cuenta lo mismo cuando dice lo de siempre y, además, lo hace a su manera.

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